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Darío: El poeta, escritor, el loco enamorado

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Hablar de Rubén Darío no solo nos lleva a recordarlo como el poeta universal, el príncipe de las letras castellanas, el padre del modernismo, el diplomático, el periodista, el escritor. También se tiene que recordar por sus amores, que lo inspiraron en tantos de sus poemas y libros.

A los 13 años, su prima “Isabel” a quien llamaba “Inés” fue su primera inspiración y lo hizo a través de su cuento Palomas Blancas y Garzas Morenas. Por ella lloró ante su rechazo, a como lo hace cualquier adolescente de su edad con su primer amor.

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Su primera esposa fue Rafaela Contreras, a quien conoció en el Salvador. Ella era baja de estatura, ojos negros y tez morena. Como toda cuentista modernista, el seudónimo que utilizaba era “Stella”. 

Stella enviaba sus escritos al Diario La Unión, donde Darío era director. El poeta nicaragüense admiraba el estilo modernista de la misteriosa mujer, hasta que finalmente conoció la identidad de la escritora.
 

Con Rafaela se casó el 21 de junio de 1890. Estando en Costa Rica, procreó a su primer hijo, al que nombraron Rubén Darío Contreras. Por una misión de trabajo viajó a España, a su regreso en León, fue notificado que su esposa sería intervenida quirúrgicamente, sin embargo, falleció el 26 de enero de 1893.

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Dolido por la muerte de uno de sus amores, Darío le dedica un poema titulado “El Poeta Pregunta por Stella”, el cual está contenido en su obra Prosas Profanas y otros poemas.

A su segunda esposa: Rosario Emelina Murillo Rivas la llamó “garza morena”, era su amor de adolescencia, la consideraba como la encarnación de “afrodita”, la divinidad de la belleza y del amor.

Fue de Rosario Murillo, que el ilustre poeta recibió sus primeros besos de adolescencia, esos que no se olvidan.

Y como todo adolescente enamorado, Darío, estaba empeñado en casarse con su “garza morena” y fue por sus amigos que la unión no se realizó, pues lo enviaron a El Salvador y posteriormente a Chile.

Darío: El poeta, escritor, el loco enamorado

A su regreso el bardo tuvo una de sus mayores desilusiones, ya que su musa había tenido un amorío con un hombre mayor y que también fue presidente.

El príncipe de las letras castellanas, con el corazón en pedazos, partió tiempo después hacia El Salvador, donde le ofrecieron ser director del diario La Unión. Por cosas del destino, Darío retorno a Nicaragua y como final de telenovela se reencontró con el amor de su juventud, con quien se casó el 8 de marzo de 1893.

Lastimosamente, después de todo fue una relación abrupta y desafortunada, y aunque concibieron un hijo llamado Darío Murillo, desafortunadamente falleció por tétano.

Su ultimó y verdadero amor, la española con quien nunca logró casarse. Finalmente, el ilustre Poeta conoció a Francisca Sánchez del Pozo, (Paca), quien cambio su vida por completo, Darío convivió durante 16 años, con ella logrando ser la mujer con la que más tiempo viviera, el bardo la conoció por casualidad la hija del jardinero del rey en los jardines de la Casa de Campo de los reyes de España. 
Darío y su verdadero amor, a quien en sus versos la llamaba “lazarillo de Dios”, procrearon tres hijos, de los cuales solo sobrevivió uno llamado Rubén Darío Sánchez, el cual fue su heredero universal.

El Padre del Modernismo no pudo concretar su matrimonio con Francisca Sánchez, debido a que Rosario Emelina Murillo nunca le dio el divorcio, fueron tantos los intentos de Darío para casarse con Paca que hubo una iniciativa de crear una Ley llamada “Ley Darío”, que le proporcionaría la oportunidad de divorciarse, sin embargo, no fue aprobada.

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El verdadero amor del gran poeta fue conocida en la sociedad como la “Princesa Paca”, apodo que fue puesto por el amigo de Darío, ella estuvo en los mejores y peores momentos del príncipe de las letras castellanas, ella era su paz, su inspiración y su punto de concentración, a su lado escribió algunas de sus obras magistrales como ‘Cantos de vida y esperanza’ o ‘Tierras Solares’.

 Su amor a primera vista pasaba las noches en vela a su lado, cosiendo y practicando la escritura para que a él no se le fuera la inspiración y evitar que cayera en las garras del alcohol. Por desgracia, Paca tiempo después se despide entre lágrimas de su amado, Rubén Darío, príncipe de las letras hispanas en el Muelle de Barcelona, este se marcha para impartir conferencias de paz en tiempos de guerra. Fue la última de muchas despedidas, nunca más volvería a ver a su amado poeta.

Fue hasta 14 meses después que paca se dio cuenta, por medio de un periódico, que el amor de su vida había fallecido en Nicaragua, La distancia y la falta de recursos de la época le impiden despedirse de él en el lecho de muerte. Triste y solitaria La Princesa Paca se aferró a un baúl azul que había comprado cuando ambos vivieron juntos en París y en el que guardó durante 40 años el legado literario, las cartas y objetos personales del nicaragüense.

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