Lo que prometía ser un día de ensueño entre corales y peces de colores terminó con un giro salado para una turista rusa que practicaba snorkel en las idílicas aguas de las islas Maldivas. Mientras exploraba el azul cristalino del océano Índico, fue sorprendida por un tiburón nodriza que, lejos de su reputación tranquila, decidió dejarle un recuerdo… en la muñeca.

La joven, que demostró tener reflejos dignos de una escena de acción, logró apartar al tiburón y nadar con rapidez de vuelta al barco. Allí recibió atención médica inmediata antes de ser trasladada a un hospital local, donde se determinó que la herida requería cirugía urgente. Afortunadamente, su vida no corrió peligro.
Aunque las mordeduras de tiburones nodriza son tan raras como ver un delfín haciendo malabares, este incidente sirve como un recordatorio claro: en el mar, la belleza siempre viene con un toque de respeto (y precaución).

Las autoridades han iniciado una investigación para esclarecer cómo ocurrió el ataque y, de paso, reforzar las medidas de seguridad en las zonas de snorkel. Entre sus recomendaciones: no nadar solo, estar siempre acompañado por guías certificados y, sobre todo, admirar a los animales marinos desde una prudente distancia. Porque en el océano, los protagonistas no los humanos.