El pez cabeza de serpiente del norte (Channa argus), originario de Asia, avanza con rapidez por varios ecosistemas acuáticos de Estados Unidos, lo que genera una seria preocupación entre las autoridades ambientales.
Esta especie invasora se distingue por su comportamiento depredador, alta tasa de reproducción y capacidad para sobrevivir fuera del agua, lo que complica los esfuerzos de contención y erradicación.
Desde su descubrimiento en 2002 en Crofton, Maryland, el pez cabeza de serpiente ha colonizado ríos y lagos en numerosos estados, incluyendo Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania, Florida, California y Misuri.

La expansión de esta especie se atribuye a liberaciones accidentales o deliberadas, ya sea por prácticas de pesca recreativa, comercio de peces ornamentales o consumo humano.
El Channa argus mide hasta 80 centímetros y posee una cabeza aplanada que le da su nombre.
Adaptación ambiental
Es nativo de China, Rusia y la península de Corea. Se adapta con facilidad a ambientes con bajos niveles de oxígeno, como pantanos, manglares y arrozales.
Una de sus características más alarmantes es su habilidad para respirar aire mediante una cámara suprabraquial, lo que le permite moverse por tierra durante horas en busca de nuevos hábitats.
Este pez consume peces nativos, ranas, cangrejos, insectos y crustáceos, lo que provoca un desequilibrio en los ecosistemas donde se instala.

Las hembras pueden poner hasta 50,000 huevos al año, y los adultos defienden activamente a sus crías, dificultando el control poblacional.
El Departamento de Recursos Naturales de Georgia recomienda a quienes capturen un ejemplar que lo maten de inmediato y lo congelen, mientras que a nivel federal está prohibida su comercialización y transporte interestatal.
Sin embargo, su consumo local está permitido y en algunos casos incentivado como método de control.
La propagación del pez cabeza de serpiente en EE. UU. representa un reto sin precedentes para la conservación de especies nativas.
Su resistencia, agresividad y capacidad para migrar lo convierten en una de las especies invasoras más difíciles de erradicar.
Las autoridades hacen un llamado a la ciudadanía para apoyar los esfuerzos de monitoreo y protección ambiental.