Sabías que las preocupaciones laborales de las personas pueden transmitirse a sus perros, llegando a afectar considerablemente su comportamiento.
Esto podría atribuirse al “contagio emocional”, que hace que los perros, al ser animales altamente sensibles, capten y reflejen las emociones de sus dueños, ya que, cuando experimentan emociones negativas, los humanos emiten ciertos patrones de comportamiento, como expresiones faciales particulares, movimientos corporales, posturas y vocalizaciones.

Los científicos descubrieron que los perros cuyos dueños manifestaron un mayor estrés laboral y una tendencia a obsesionarse con el trabajo mostraron más respuestas conductuales asociadas al estrés, como deambular de forma inquieta, lloriquear o mostrar una menor disposición al jugar.
Muchos de estos signos pasaron desapercibidos para los propios dueños, lo que sugiere que el impacto emocional en las mascotas podría ser mayor de lo que imaginamos.
Si bien el estrés laboral en sí tuvo un impacto limitado en los niveles de estrés de los perros, el verdadero factor determinante fue la rumiación, el hábito persistente de repasar mentalmente los problemas del trabajo incluso mucho después de haber salido de la oficina.
