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“La fuerza que he tenido para servir al pueblo de Nicaragua me la ha dado Cristo”, expresó Pte. Ortega

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«Yo soy revolucionario gracias a Cristo, la fuerza interior que he tenido para sobrevivir se la debo a Cristo y es para será servir al pueblo«, así lo expresó este martes el Presidente Daniel Ortega, durante el acto de conmemoración del 89 aniversario del paso a otro plano de vida del General Augusto César Sandino.

El mandatario se refirió a la figura de Cristo quien pregonó la paz, el amor y la solidaridad, pero fue torturado y asesinado. “Murió físicamente, lo mataron en la cruz, pero resucitó en los pueblos, vive en los pueblos cristianos”, agregó el mandatario.

La solidaridad, ese es el cristianismo que defiende el pueblo y el Frente Sandinista. “A mí lo que me fue quedando en el alma en el corazón fue Cristo, Cristo ha sido mi inspiración, fue la fuerza que me impulsaba a estudia, a comprender las diversas complejidades del mundo, con el paso del tiempo viendo las injusticia, entonces fui cobrando conciencia de solidaridad con los pobres, con los oprimidos y me inspiraba esa conciencia, Cristo, porque recordemos que Cristo nunca se vistió como se visten los Cardenales, muchos menos como el Papa, ni vivió en palacios, Cristo vivió pobre fue un ejemplo de humildad por eso lo asesinaron, yo les digo queridos hermanos, dicen que yo soy comunista, esto ya lo he dicho en otras ocasiones cuando me lo han preguntado en los años 80, Yo soy revolucionario gracias a Cristo”.

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Yo no creo ni en los Papas ni en los reyes, cuanto votos consigue el Papa en el pueblo cristiano, si hablamos de democracia, los pueblos deberían de elegir a los sacerdotes, a los obispos, al Papa, el que tenga mayor voto, el pueblo debe elegir con voto directo y no por la mafia organizada en el Vaticano, yo fui formado en el catolicismo, pero nunca le tuve ni cariño ni respeto a los curas, sacerdotes ni religiosos, siempre hay sus excepciones como el sacerdote Gaspar Garcia Laviana”.

Recordó que cuando era niño vio muchos sacerdotes y obispos congraciarse con la dictadura de Somoza a pesar de ver tanta miseria y crueldad que causaba al pueblo de Nicaragua.

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