En China, miles de jóvenes pagan entre cuatro a 7 dólares para asistir a oficinas falsas y simular que trabajan, aunque sin ninguna remuneración a cambio.
Las “empresas de trabajo fingido” ofrecen escritorios, conexión Wi-Fi, espacios de almuerzo y, por una tarifa adicional, tareas ficticias y simulaciones de conflictos laborales.
Algunas de estas empresas también ofrecen servicios como supervisores ficticios o rebeldías de oficina actuadas, agregando una capa de realismo para quienes desean simular con mayor profundidad una experiencia de trabajo convencional. Pese a lo inusual, estas oficinas han ganado popularidad y se presentan como una alternativa social y psicológica para quienes no logran insertarse laboralmente.

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Jóvenes que alquilan estas oficinas, indicaron que se acercan a estos espacios por curiosidad, otros por entretenimiento y no quedarse en casa.
Algunos lo toman como una forma de prepararse para un futuro empleo real. Para varios, el hecho de tener una rutina, vestirse como oficinistas y compartir un espacio con otros jóvenes genera una sensación de pertenencia que alivia el estrés asociado al desempleo.
En un mercado laboral competitivo y saturado de graduados, estos espacios ofrecen una ilusión de estabilidad que, para algunos, es preferible a la incertidumbre total.