Con uñas de 7,5 centímetros de largo, las “Chicas rascadoras”, cobran hasta 130 dólares por rascar espaldas y realizar trazos relajantes. Convirtiéndose en una actividad placentera en un servicio profesional.
“Desde niña me apasionaba que me rasquen la espalda. Llegué a pagarles a mis hijos por hacerlo y hasta hoy les pago a mis nietos”, narró Toni George, fundadora de este servicio de rascadoras de espalda.

Narró que una noche mientras dormía tuvo una revelación de que otras personas podrían estar dispuestas a pagar por este servicio, y luego de investigar el mercado decidió crear este negocio de “Chicas rascadoras”.
El servicio consiste en deslizar suavemente las uñas por la espalda, las extremidades, el cuero cabelludo e incluso el interior de las orejas del cliente.

Dijo que estos movimientos suaves provocan la liberación de endorfinas como la serotonina y ayudan a “conectar y balancear los campos energéticos” del cuerpo.
El equipo de rascadoras viaja regularmente a varias ciudades de Estados Unidos como: Nueva York, Los Ángeles y Filadelfia, para atender a sus clientes.
Las personas que experimentan sensaciones placenteras con ciertos sonidos y estímulos, son sus principales clientes.