Diversos gobiernos latinoamericanos expresaron su enérgica condena a los bombardeos de EE.UU. contra las instalaciones nucleares de Irán en Fordow, Natanz e Isfahán, calificándolos como una peligrosa escalada que viola la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional.
Las acciones militares han generado fuerte preocupación regional por su impacto en la seguridad global.

Cuba, Venezuela y Chile fueron particularmente contundentes en sus críticas.
El presidente Miguel Díaz-Canel calificó los ataques como una agresión que arrastra a la humanidad a una crisis de consecuencias irreversibles, mientras que Venezuela los describió como “un acto de agresión ilegal y extremadamente peligroso”.
El presidente chileno Gabriel Boric advirtió que atacar centrales nucleares está prohibido por el derecho internacional, y denunció el uso del poder al margen de las normas.

México y Colombia hicieron llamados urgentes al diálogo y la negociación. La cancillería mexicana subrayó la prioridad de restaurar la convivencia pacífica, y Colombia expresó su preocupación por el aumento de tensiones, rechazando el uso unilateral de la fuerza como salida al conflicto.
En conjunto, los gobiernos latinoamericanos reafirmaron que el régimen de no proliferación nuclear es un pilar esencial de la seguridad global y alertaron sobre el riesgo que representa debilitar las normas supervisadas por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).