En Francia se aplica la frase de que “Hasta que la muerte los separe”, ya que se permite el matrimonio de una persona con su pareja fallecida.
Esta singular práctica, conocida como matrimonio póstumo, tiene validez legal bajo condiciones estrictas y responde, en su origen, a una tragedia que conmovió al país entero.
Según el medio Ouest France, cada año se celebran varias decenas de matrimonios de este tipo en Francia.
El proceso requiere una serie de aprobaciones legales y familiares, y solo puede realizarse si se prueba que el difunto expresó de manera clara su voluntad de casarse.

A través del artículo 171 del Código Civil francés se establece: “El presidente de la República podrá, por causas graves, autorizar la celebración del matrimonio si uno de los futuros cónyuges hubiere fallecido después de haberse cumplido las formalidades oficiales que indiquen inequívocamente su consentimiento. En este caso, los efectos del matrimonio se remontan a la fecha anterior a la muerte del cónyuge”.
La ceremonia tiene un carácter simbólico. Dada la ausencia obligada del contrayente fallecido, un cuadro con su fotografía suele ocupar un lugar junto a su pareja. El alcalde local oficia el acto, lee el decreto presidencial y, en lugar de los votos tradicionales, valida el consentimiento ya expresado en vida por el difunto.