Asesinan al sacerdote Marcelo Pérez, al terminar de dar la misa en la iglesia de San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
Dos sicarios en una moto y con pasamontañas, interceptaron al sacerdote al momento que iba saliendo a bordo de su camioneta, se le acercaron, lo balearon y escaparon.
El asesinato del sacerdote confirma la fuerte ola de violencia que hay en Chiapas, México (territorio en disputa de los carteles del narcotráfico) y provocó una conmoción en todo el país.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) había denunciado un inédito acoso y amenazas por parte de las organizaciones criminales.
El sacerdote, que sostenía un intenso trabajo social en la comunidad, denunciaba constantemente las crisis de violencias.
“La violencia no se aguanta, el pueblo se está levantando, la Iglesia se está levantando, se han unido las tres diócesis ante esta avalancha de la violencia”, dijo el sacerdote en una protesta.
El sacerdote en la protesta afirmó que él y otros curas recibían amenazas y que sabían que arriesgaban sus vidas, por permanecer al lado “del pueblo que sufre”.
“Desgraciadamente, el Gobierno no solo que no hace nada, sino que niega sistemáticamente la existencia de la violencia. Cada vez hay más muertos, más desplazados, secuestros, y eso preocupa mucho“, aseguró días antes.
El asesinato del cura desató una oleda de condenas porque era uno de los referentes sociales más importantes de Chiapas, en particular por su apoyo a las comunidades indígenas.